Capitulo 8
Juegos de Seduccion
Akane vio como Severus se encaminaba a la habitación, no sin antes dedicarle ese mirada que cualquiera consideraria extraña pero que ella sabía que significaba.
Se despidio cordialmente del Joven Evans mientras dejaba la vajilla lavandose.
En la habitación Matrimonial
Akane entro en la habitacion, Snape la esperaba sentado en el pequeño sillon ubicado en una de las esquinas del cuarto frente a la puerta, tenia sus piernas cruzadas.
--Dime ya mismo que planeas con Evans--le dijo mirandole fijamente, aunque quisiera no podría desviar su mirada ya que se veía arrebatadoramente sensual a la tenue luz de las velas.
Al escuchar aquellas palabras, Severus se levantó, camino hacia la joven y se coloco detras de ella.
--Si quieres detenerme, tendrá que ser ahora, no creas que no note como me observabas, Akane--la abrazo por detras y siseo las palabras al decir su nombre.
¿Acaso le estaba dando una elección, o se la estaba dando a sí mismo? Akane jamás había tenido elección con él. Desde el primer momento en el que lo vio, estuvo perdida. ¿Sabía Severus que aun surtia ese efecto en ella? Claro que si. Tal vez la llegada de Evans había ayudado a despertar sus instintos más básicos.
--No estoy bromeando tenemos mucho de que hablar--intento zafarse del abrazo.
--Ya me lo dirás por la mañana. Será la segunda cosa que haremos después de despertarte--.
--¿La segunda?--pregunto extrañada.
--La primera, sweet --susurró, acariciándole suavemente las mejillas--sera volver a hacer el amor--.
Akane sintió que el aliento se le enredaba en la garganta y levantó el rostro hacia el de él, esperando un beso. Sin embargo, Severus se limitó a sonreír y le acarició suavemente el cuello.
--Todavía no. Las cosas son mucho mejores cuando no hay prisa.--
Con las suaves caricias, Akane sintió que los ojos se le cerraban suavemente. Por el contrario, el corazón se le había acelerado y su interior se deshacía con el contacto.
--Eres tan hermosa...hoy te ves particularmente hermosa--.
Murmuró las palabras contra la garganta de Akane mientras le desabrochaba la camisa. Le acarició suavemente la suave piel, tomándose su tiempo, deleitandose con cada milímetro de piel con las yemas de los dedos. El cuerpo de Akane palpitaba y le obligó a separar los labios, esperando un beso que él se negaba a darle.
En vez de eso, sintió los dientes y la lengua de Severus en el hombro, y luego más abajo, hasta llegar a la piel que había quedado al descubierto cuando le quito la camisa. Las manos de Severus, seguras y firmes, fueron bajando también por los brazos hasta llegar a la cintura. Tras rodeársela, volvió a subir lentamente, hasta que los pulgares le rozaron el pecho. Los pezones se erizaron inmediatamente, como si estuvieran buscando la atención de Severus. El lanzó una mirada de satisfacción y deslizó los dedos.
El ambiente de la habitación vibraba con un calor casi insoportable. Akane lanzó un suave gemido a medida que la quemazón que sentía en el cuerpo se iba intensificando hasta alcanzar proporciones casi insoportables.
--Estás tan caliente... --gruñó Severus--. Eres tan apasionada...--.
De repente, le desabrocho el botón y le bajó la cremallera del pantalón de jean negro. Este cayó a los pies de Akane, dejándola sola con una pequeña ropa interior de seda violeta.
--Severus...de verdad yo quiero habl...--pero el toque del mago mayor le nublo la razon.
Consumida por una excitación muy intensa, Akane levantó la mano y se la colocó sobre la mejilla. Severus giró la cabeza para besarle la mano sin dejar de mirarla.
Entonces, por fin, le besó.
El beso fue profundo y apasionado. Sin apartar la boca de la de él, la tomó en brazos y la colocó en el centro de la cama. Se tumbó encima, con movimientos rápidos y posesivos.
Akane sintió el peso del hombre, la presión de su cuerpo sobre él. La excitación que había estado experimentando se incrementó al darse cuenta de la fuerza física de Severus. Severus levantó la cabeza y se apartó de Akane, colocándose a su lado. Entonces, le colocó la mano sobre el abdomen con un gesto de incuestionable posesión.
Como si quisiera asegurarse de que no había error posible, sonrió.
--Eres mía --dijo, moviendo la mano--. Toda mía...--.
Akane no pudo argumentar nada al respecto dado que sintió cómo Severus deslizaba los dedos sobre su piel lenta y hábilmente, bajando cada vez más hasta que llegaron al borde de la ropa interior de seda. Detuvo la mano durante un instante, prolongando su agonía. Entonces, cuando Akane creía que ya no iba a tocarla precisamente donde más lo necesitaba, Severus movió los dedos y retiró la prenda.
Akane tembló de anticipación. Severus la miró atentamente, disfrutando la vista que tenía enfrente.
--Severus...--murmuro suplicante.
Él bajó la cabeza y cubrió uno de sus pezones, estimulando aquella parte tan sensible con los dientes y lengua. Las sensaciones se le extendieron a la joven por todo el cuerpo. Entonces, centró toda su atención en el otro pezón, saboreando y mordiéndolo hasta que ella sintió que su excitacion dolía, no paraba de arquearse ante el toque, tan desesperada estaba por encontrar su satisfacción.
--Deliciosa --gruñó Severus, moviéndose ligeramente para poder besarla otra vez.
De nuevo, Akane sintió el peso de Severus aprisionándola contra la cama. No podía esperar. No quería esperar.
Sin embargo, él se levantó de nuevo, muy poco, para deslizarle la mano hasta su bajo vientre. Ella sintió la hábil exploración a la que le sometía aquella mano. Severus sabía exactamente qué hacer, como tocar, como hacerla caer en la locura con un roce. Akane estaba tan excitada, tan desesperada por alcanzar el clímax, que no hacía más que mover las caderas, como silenciosa invitación.
Por fin, Severus deslizó los dedos un poco más abajo para empezar a tocar aquella entrada.
--Eres increíble, Sweet. Te deseo mucho más de lo que nunca te he deseado antes--.
Akane ni siquiera podía escucharlo. Cerró los ojos. Era como si le resultara imposible entender nada y no pudiera concentrarse más que en el movimiento de la mano de Severus.
Pero aquella suave y placentera seducción termino mas pronto de lo que ella esperaba. Severus volvió a moverse y se colocó de nuevo sobre ella, separándole un poco más las piernas. Notó como se desnudaba y sintió la potente erección rozándole un muslo justo antes de que le levantara las caderas y tomara posesion de ella con decisión.
Conmocionada por el repentino dolor que le atravesó, Akane separó los labios y gimió, pero Severus la silenció con su boca y la besó, capturando todos sus gemidos, sus sonidos casi convertidos en gritos de placer, mientras se iba hundiendo cada vez más en ella, excitándola. Muy rápidamente, el dolor se torno en un recuerdo lejano y ella fue sólo consciente de esa palpitante masculinidad llevandole al paraiso, de un electrificante placer. Sintió una deliciosa sensación dentro de ella, que se acentuaba con los movimientos de Severus. El ritmo que él imponía era perfecto, animándola a responder. Lo hizo.
Akane le rodeó las caderas con las piernas, ofreciéndo aún más. Severus tomó lo que ella le ofrecía con un apetito casi voraz. Las sensaciones eran eléctricas y parecían consumirlo todo, conduciendo a ambos más y más alto, hasta un lugar del que no podía haber vuelta atrás.
De repente, Severus incrementó la velocidad, llevandola hasta la cima del placer, placer tal que la sacudió de un modo tan potente como si quisiera devorarla para siempre. El cuerpo de Akane se contrajo alrededor del de Severus y vio pequeñas luces, escucho que él musitaba algo antes de sentir el orgasmo que acababa de alcanzar. Entonces, no hubo nada más que sensaciones.
Akane se aferró a los hombros de Severus y, poco a poco, dejó que el mundo fuera calmándose a su alrededor. Notó cómo le latía a él el corazón, lo húmeda que tenía la piel y que se retiraba un poco, pero no demasiado. Se colocó de espaldas junto a él, abrazándolo
Abrumada por la intensidad de la experiencia, Akane no supo qué decir. Muy pronto, resultó evidente que las palabras no eran necesarias porque Severus no quería conversar.
En vez de eso, le agarró las caderas y la acerco aun mas hacia a él.
--Te Amo, Sweet.--murmuro al oido de ella.
Estaban rodeados por el calor, por los sonidos del bosque, pero en lo único en lo que Akane se podía concentrar era en la firmeza del cuerpo de Severus, en las caricias de sus manos y en su propia extenuación.
El vínculo entre ambos era tan intenso, tan perfecto, que parecía no existir nada para ellos más allá del bosque.
--Te Amo--alcanzo a murmurar antes de quedarse profundamente dormida.
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Nota de la Autora: Hacia mucho que no escribia este tipo de escena entre Akane y Severus, me costo un poco pero creo que el resultado final es tal cual lo imagine.
Juegos de Seduccion
Akane vio como Severus se encaminaba a la habitación, no sin antes dedicarle ese mirada que cualquiera consideraria extraña pero que ella sabía que significaba.
Se despidio cordialmente del Joven Evans mientras dejaba la vajilla lavandose.
En la habitación Matrimonial
Akane entro en la habitacion, Snape la esperaba sentado en el pequeño sillon ubicado en una de las esquinas del cuarto frente a la puerta, tenia sus piernas cruzadas.
--Dime ya mismo que planeas con Evans--le dijo mirandole fijamente, aunque quisiera no podría desviar su mirada ya que se veía arrebatadoramente sensual a la tenue luz de las velas.
Al escuchar aquellas palabras, Severus se levantó, camino hacia la joven y se coloco detras de ella.
--Si quieres detenerme, tendrá que ser ahora, no creas que no note como me observabas, Akane--la abrazo por detras y siseo las palabras al decir su nombre.
¿Acaso le estaba dando una elección, o se la estaba dando a sí mismo? Akane jamás había tenido elección con él. Desde el primer momento en el que lo vio, estuvo perdida. ¿Sabía Severus que aun surtia ese efecto en ella? Claro que si. Tal vez la llegada de Evans había ayudado a despertar sus instintos más básicos.
--No estoy bromeando tenemos mucho de que hablar--intento zafarse del abrazo.
--Ya me lo dirás por la mañana. Será la segunda cosa que haremos después de despertarte--.
--¿La segunda?--pregunto extrañada.
--La primera, sweet --susurró, acariciándole suavemente las mejillas--sera volver a hacer el amor--.
Akane sintió que el aliento se le enredaba en la garganta y levantó el rostro hacia el de él, esperando un beso. Sin embargo, Severus se limitó a sonreír y le acarició suavemente el cuello.
--Todavía no. Las cosas son mucho mejores cuando no hay prisa.--
Con las suaves caricias, Akane sintió que los ojos se le cerraban suavemente. Por el contrario, el corazón se le había acelerado y su interior se deshacía con el contacto.
--Eres tan hermosa...hoy te ves particularmente hermosa--.
Murmuró las palabras contra la garganta de Akane mientras le desabrochaba la camisa. Le acarició suavemente la suave piel, tomándose su tiempo, deleitandose con cada milímetro de piel con las yemas de los dedos. El cuerpo de Akane palpitaba y le obligó a separar los labios, esperando un beso que él se negaba a darle.
En vez de eso, sintió los dientes y la lengua de Severus en el hombro, y luego más abajo, hasta llegar a la piel que había quedado al descubierto cuando le quito la camisa. Las manos de Severus, seguras y firmes, fueron bajando también por los brazos hasta llegar a la cintura. Tras rodeársela, volvió a subir lentamente, hasta que los pulgares le rozaron el pecho. Los pezones se erizaron inmediatamente, como si estuvieran buscando la atención de Severus. El lanzó una mirada de satisfacción y deslizó los dedos.
El ambiente de la habitación vibraba con un calor casi insoportable. Akane lanzó un suave gemido a medida que la quemazón que sentía en el cuerpo se iba intensificando hasta alcanzar proporciones casi insoportables.
--Estás tan caliente... --gruñó Severus--. Eres tan apasionada...--.
De repente, le desabrocho el botón y le bajó la cremallera del pantalón de jean negro. Este cayó a los pies de Akane, dejándola sola con una pequeña ropa interior de seda violeta.
--Severus...de verdad yo quiero habl...--pero el toque del mago mayor le nublo la razon.
Consumida por una excitación muy intensa, Akane levantó la mano y se la colocó sobre la mejilla. Severus giró la cabeza para besarle la mano sin dejar de mirarla.
Entonces, por fin, le besó.
El beso fue profundo y apasionado. Sin apartar la boca de la de él, la tomó en brazos y la colocó en el centro de la cama. Se tumbó encima, con movimientos rápidos y posesivos.
Akane sintió el peso del hombre, la presión de su cuerpo sobre él. La excitación que había estado experimentando se incrementó al darse cuenta de la fuerza física de Severus. Severus levantó la cabeza y se apartó de Akane, colocándose a su lado. Entonces, le colocó la mano sobre el abdomen con un gesto de incuestionable posesión.
Como si quisiera asegurarse de que no había error posible, sonrió.
--Eres mía --dijo, moviendo la mano--. Toda mía...--.
Akane no pudo argumentar nada al respecto dado que sintió cómo Severus deslizaba los dedos sobre su piel lenta y hábilmente, bajando cada vez más hasta que llegaron al borde de la ropa interior de seda. Detuvo la mano durante un instante, prolongando su agonía. Entonces, cuando Akane creía que ya no iba a tocarla precisamente donde más lo necesitaba, Severus movió los dedos y retiró la prenda.
Akane tembló de anticipación. Severus la miró atentamente, disfrutando la vista que tenía enfrente.
--Severus...--murmuro suplicante.
Él bajó la cabeza y cubrió uno de sus pezones, estimulando aquella parte tan sensible con los dientes y lengua. Las sensaciones se le extendieron a la joven por todo el cuerpo. Entonces, centró toda su atención en el otro pezón, saboreando y mordiéndolo hasta que ella sintió que su excitacion dolía, no paraba de arquearse ante el toque, tan desesperada estaba por encontrar su satisfacción.
--Deliciosa --gruñó Severus, moviéndose ligeramente para poder besarla otra vez.
De nuevo, Akane sintió el peso de Severus aprisionándola contra la cama. No podía esperar. No quería esperar.
Sin embargo, él se levantó de nuevo, muy poco, para deslizarle la mano hasta su bajo vientre. Ella sintió la hábil exploración a la que le sometía aquella mano. Severus sabía exactamente qué hacer, como tocar, como hacerla caer en la locura con un roce. Akane estaba tan excitada, tan desesperada por alcanzar el clímax, que no hacía más que mover las caderas, como silenciosa invitación.
Por fin, Severus deslizó los dedos un poco más abajo para empezar a tocar aquella entrada.
--Eres increíble, Sweet. Te deseo mucho más de lo que nunca te he deseado antes--.
Akane ni siquiera podía escucharlo. Cerró los ojos. Era como si le resultara imposible entender nada y no pudiera concentrarse más que en el movimiento de la mano de Severus.
Pero aquella suave y placentera seducción termino mas pronto de lo que ella esperaba. Severus volvió a moverse y se colocó de nuevo sobre ella, separándole un poco más las piernas. Notó como se desnudaba y sintió la potente erección rozándole un muslo justo antes de que le levantara las caderas y tomara posesion de ella con decisión.
Conmocionada por el repentino dolor que le atravesó, Akane separó los labios y gimió, pero Severus la silenció con su boca y la besó, capturando todos sus gemidos, sus sonidos casi convertidos en gritos de placer, mientras se iba hundiendo cada vez más en ella, excitándola. Muy rápidamente, el dolor se torno en un recuerdo lejano y ella fue sólo consciente de esa palpitante masculinidad llevandole al paraiso, de un electrificante placer. Sintió una deliciosa sensación dentro de ella, que se acentuaba con los movimientos de Severus. El ritmo que él imponía era perfecto, animándola a responder. Lo hizo.
Akane le rodeó las caderas con las piernas, ofreciéndo aún más. Severus tomó lo que ella le ofrecía con un apetito casi voraz. Las sensaciones eran eléctricas y parecían consumirlo todo, conduciendo a ambos más y más alto, hasta un lugar del que no podía haber vuelta atrás.
De repente, Severus incrementó la velocidad, llevandola hasta la cima del placer, placer tal que la sacudió de un modo tan potente como si quisiera devorarla para siempre. El cuerpo de Akane se contrajo alrededor del de Severus y vio pequeñas luces, escucho que él musitaba algo antes de sentir el orgasmo que acababa de alcanzar. Entonces, no hubo nada más que sensaciones.
Akane se aferró a los hombros de Severus y, poco a poco, dejó que el mundo fuera calmándose a su alrededor. Notó cómo le latía a él el corazón, lo húmeda que tenía la piel y que se retiraba un poco, pero no demasiado. Se colocó de espaldas junto a él, abrazándolo
Abrumada por la intensidad de la experiencia, Akane no supo qué decir. Muy pronto, resultó evidente que las palabras no eran necesarias porque Severus no quería conversar.
En vez de eso, le agarró las caderas y la acerco aun mas hacia a él.
--Te Amo, Sweet.--murmuro al oido de ella.
Estaban rodeados por el calor, por los sonidos del bosque, pero en lo único en lo que Akane se podía concentrar era en la firmeza del cuerpo de Severus, en las caricias de sus manos y en su propia extenuación.
El vínculo entre ambos era tan intenso, tan perfecto, que parecía no existir nada para ellos más allá del bosque.
--Te Amo--alcanzo a murmurar antes de quedarse profundamente dormida.
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Nota de la Autora: Hacia mucho que no escribia este tipo de escena entre Akane y Severus, me costo un poco pero creo que el resultado final es tal cual lo imagine.