Draco fue el primero en pisar tierra firme luego de varios minutos de intenso vuelo. Se sentia agotado pero qué más podia hacer? Esos Zeen lo tenian en sus manos puesto que un Juramento Inquebrantable no era un juego de niños. Aunque poco le importaba lo que pudiera ocurrir con él, pero si con respecto a Pansy. Eso lo animaba un poco y alejaba de su mente las ideas de asesinar a todo Oriental que encontrara a su paso. No era hora de remover el pasado sino de ayudar al jóven que se encontraba en aprietos.
-- Vamos, por aquí – Dijo casi de mala gana porque nunca se imaginó tener a ese par en su propia casa. Pero trató de concentrarse y caminó rápidamente por el sendero entre setos y matorrales hasta llegar a las grandes puertas de hierro que marcan la entrada de la Mansión. Cuando Draco las tocó esas puertas se retorcieron y se convirtieron en un rostro horrible con una voz aún peor que chilló: -- Quién anda ahí? Qué viene a buscar? Identifíquese ahora mismo! –
Draco con voz calmada dijo: -- Soy yo, Draco. Vine a pasar la noche aquí con… -- Lo pensó mucho, pero tenia que decirlo: -- Con unos amigos – Y la expresión de su rostro cambió, se sintió a morir de la rabia y el impulso contenido de abandonar esa misión para echar a sus enemigos fuera de sus terrenos.
El rostro metálico ignoró ese detalle y exclamó casi con alegría: -- Oh si, Bienvenido a su Hogar jóven Malfoy. También sus amigos, pueden pasar -- Y mágicamente regresó a su forma original de puertas elegantes de hierro, abriéndose por sí solas y dejando pasar al trio.
Draco caminaba a zancadas por lo que quedaba de jardín hasta las escaleras de piedra que llevaban al interior de la Mansión. Enseguida que entró vió el vestíbulo como siempre. Con su decoración, los retratos y todo perfectamente bien limpio y ordenado. Sin duda tarea de los elfos que trabajan sin descansar para mantener satisfechos a sus amos. Señaló con su dedo índice la puerta que llevaba al salón e indicó a los primos que entraran sin hacer ruido.
El salón también estaba impecable también, sin rastro de nada sospechoso. *Matsumoto debe estar en el sótano* Pensó. Asi que rápidamente se desvió hacia el pasillo que llevaba al sótano. Bajó rápidamente los escalones para colocarse frente a la puerta. La abrió con un simple – Alohomora – Y al entrar si se horrorizó del panorama que vió. Quedó casi petrificado frente a lo que sus ojos todavia no asimilaban aunque lo estaba mirando él mismo.
-- Vamos, por aquí – Dijo casi de mala gana porque nunca se imaginó tener a ese par en su propia casa. Pero trató de concentrarse y caminó rápidamente por el sendero entre setos y matorrales hasta llegar a las grandes puertas de hierro que marcan la entrada de la Mansión. Cuando Draco las tocó esas puertas se retorcieron y se convirtieron en un rostro horrible con una voz aún peor que chilló: -- Quién anda ahí? Qué viene a buscar? Identifíquese ahora mismo! –
Draco con voz calmada dijo: -- Soy yo, Draco. Vine a pasar la noche aquí con… -- Lo pensó mucho, pero tenia que decirlo: -- Con unos amigos – Y la expresión de su rostro cambió, se sintió a morir de la rabia y el impulso contenido de abandonar esa misión para echar a sus enemigos fuera de sus terrenos.
El rostro metálico ignoró ese detalle y exclamó casi con alegría: -- Oh si, Bienvenido a su Hogar jóven Malfoy. También sus amigos, pueden pasar -- Y mágicamente regresó a su forma original de puertas elegantes de hierro, abriéndose por sí solas y dejando pasar al trio.
Draco caminaba a zancadas por lo que quedaba de jardín hasta las escaleras de piedra que llevaban al interior de la Mansión. Enseguida que entró vió el vestíbulo como siempre. Con su decoración, los retratos y todo perfectamente bien limpio y ordenado. Sin duda tarea de los elfos que trabajan sin descansar para mantener satisfechos a sus amos. Señaló con su dedo índice la puerta que llevaba al salón e indicó a los primos que entraran sin hacer ruido.
El salón también estaba impecable también, sin rastro de nada sospechoso. *Matsumoto debe estar en el sótano* Pensó. Asi que rápidamente se desvió hacia el pasillo que llevaba al sótano. Bajó rápidamente los escalones para colocarse frente a la puerta. La abrió con un simple – Alohomora – Y al entrar si se horrorizó del panorama que vió. Quedó casi petrificado frente a lo que sus ojos todavia no asimilaban aunque lo estaba mirando él mismo.