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Angustia (Capitulo 2)

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1Angustia (Capitulo 2) Empty Angustia (Capitulo 2) Miér Nov 04, 2009 8:24 pm

Akane Zeen

Akane Zeen
Administradora
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Angustia
Cap 2


Severus se sostuvo como pudo de la gran puerta de entrada a Hogwarts, ella recién había partido y sentía como su corazón volvía a sentir frío. Se quedó un rato mirando un punto fijo como ido, aún no podía creer lo que había sucedido, porque la vida se empeñaba tanto en hacerlo sufrir, ya había pagado por todos sus pecados o al menos eso creía.
Una vez que sintió que volvía en sí empezó a caminar hacia el gran comedor, aúnque le daba lo mismo cualquier parte del Castillo, total ya no iba a estar su pequeña gryffindor.
--Buen día, director Snape!!—dijo con algarabía Horace.
Pero Severus no contesto y como una sombra pasó a su lado sin prestarle la más mínima atención, Horace lo miró sorprendido y rascándose la cabeza como siempre hace cuando algo lo sorprende siguió su camino hacia las mazmorras, donde daría la cuarta clase de pociones del día y la última.

Sintiendose casi desnudo sin su capa y aún más ridículo por sentirse así, decidió cambiar el rumbo hacia su habitación, llegó a la puerta la abrió y entró a su más que decorado cuarto. Observó el desorden en su cama y recordó lo que hacía un momento había pasado, sentía como su corazón se oprimía. Se acercó de a poco mirando las sábanas arrugadas se recostó sobre la cama boca abajo, aún podía sentir el perfume de ella, una mezcla de fresias del campo, aroma que de una forma inexplicable lo volvía loco. Estuvo sintiendo compasión por el mismo un rato y se levantó.

Abrió su armario, en el que había unas capas negras correctamente ordenadas, sacó una y se la colocó.
-- Severus Snape, hiciste una promesa y esto no debe interferir—se dijo a si mismo recordando su deber y salió de su habitación para seguir con el plan de Albus.

Una reunión se llevaba a cabo en la sala de profesores, Severus escuchaba atento los reclamos de ells.

--No es posible dar clases con esos carrows vigilandonos como si fuéramos criminales de azkaban!!!—dijo con enfado del profesor flickwicht.
--Es verdad, sin más el otro día estaba enseñando una simple transformación y una de esas bestias atacó a uno de mis alumnos sin razón alguna—dijo Minerva con su voz más seria.
Todos los profesores empezaron a relatar cada uno sus experiencias con los hermanos.
La paciencia de Severus que ya naturalmente era poca se hacía más escasa con cada reclamo y quién sabe por qué se mantuvo en silencio y cuando todos los profesores terminaron de exponer sus problemas sólo recién tomó la palabra.
--Muy bien, hablaré con ellos pero no puedo prometerles que dejen de presenciar sus clases, ahora si me disculpan, tengo muchos otros asuntos que resolver, que tengan buenas noches profesores—se levantó y con rapidez salió de la sala dejando a todos boquiabiertos.
--Cuántas horas habrán pasado?—miró su reloj ya era bastante tarde.
Ya se había hecho de noche, la luna se colaba por los pasillos dándole un tono aún más melancólico al Castillo, Severus se paro en una de las ventanas y miró hacia fuera, el viento movía las copas de los árboles, la paz que ese lugar le traía desde hacia tanto tiempo esa noche por cosas del destino sería convertida en una profunda y terrible angustia.
Entró en su despacho, se sentó en su escritorio, un elfo se acercó cautelosamente y dejo un plato de comida rebosante de carne de pavo y papás al horno, le sirvió una copa de vino y con un chasquido de sus dedos desapareció tan rápido como llego.
Cuando se disponía a tomar un sorbo de vino, notó que un pequeño papel de pergamino estaba debajo de la copa, lo tomo y lentamente lo leyó.
Todo el autocontrol que hasta el momento había tenido se despedazó con el contenido de ese pequeño papel y unas lágrimas cayeron por sus mejillas.

El papel decía:
No importa donde este ni con quien este
, nunca olvide cuanto lo amo, mi corazón
se queda con usted así no se sentirá sólo
nunca más…
Te amo, Akane Zeen


Al otro día.
Los rayos del sol de la mañana entraban como malvados intrusos por el ventanal de su habitación interrumpiendo su dulce descanso. Estiró su mano casi inconscientemente hacia la derecha .
--Estúpido, ella ya no está aquí—abrió sus ojos lentamente y se volvió a reprochar por ser tan débil.
Sin ningún ánimo de levantarse miró a su izquierda hacia dónde estaba la mesa de noche, divisó un nuevo ejemplar del diario el profeta que un elfo había dejado, volvió su mirada al techo, sólo un pensamiento cruzaba su mente, “Akane”.
Después de unos minutos de hacer tiempo en la cama decidio levantarse y tomar una ducha, es bien sabido que una buena ducha despeja la mente y aclara las ideas, que en este momento por obvias razones estaban tan oscuras como una pocion mal hecha.
El agua caída sobre su cuerpo que aún sentía el cálido toque de las manos de ella,se recostó con ambas manos en la pared y bajando su cabeza permitió que el agua cayera sobre el, respirando con dificultad, por el agua que caía dentro de su nariz, abrió su boca para dejar escapar el aire contenido, con cada exhalación se sentía un poco más aliviado.
Salió de la ducha y se cubrió con una bata verde esmeralda, se acercó a la cama tomó su varita y con un elegante movimiento apuntó en dirección a su cabello y se secó rápidamente, con otro movimiento abrió la puerta de su armario y en orden se acercó hacia el su ropa de todos los días, lentamente comenzó vestirse primero su pantalón negro, su elegante camisa blanca, la chaqueta que cerro boton por botón con una paciencia que daba escalofríos y por último la capa negra que tantos recuerdos le traía.
Se dio un último y primer vistazo en el espejo y observó en su reloj de bolsillo que faltaban cinco minutos para la hora del desayuno, salió raudo hacia el gran comedor para comenzar el día, no sin antes revisar debajo de su almohada y sacar el pequeño papel y guardarlo en su bolsillo, mientras seguía preguntandose asi mismo cuánto duraría su interminable agonía.

http://lucassgrabeellatino.tk

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